miércoles, 5 de agosto de 2015
Cambiemos
De cara a las elecciones del próximo domingo, 9 de agosto, nos encontramos con un claro problema para toda La Argentina: la incertidumbre. En una primera instancia, ésto se debe a que nadie sabe el resultado de las elecciones de antemano, y quienes se toman el atrevimiento de jugar a la numerología, también conocidos como encuestadores, han perdido gran parte de la credibilidad ante las personas, después de más de 7 puntos de diferencia para el ballotage para Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Luego de ese análisis, existe otro que es aún más complejo: ¿quién tiene posibilidades reales de ganar?¿Cómo? ¿Qué sucederá con la victoria de cada uno de los candidatos principales?
Para comprender el panorama, es necesario entender la realidad demográfica argentina, pero lo haremos exclusivamente de forma utilitaria para nuestros fines. Spoiler alert: yo, como así también todas las personas del partido al que pertenezco, Unión por la Libertad, apoyamos a Mauricio Macri para convertirse en el próximo presidente. De esa forma, podemos postular la existencia de tres grupos principales:
1) Los que ya están a favor de la oposición.
2) Los que jamás estarían a favor de la oposición.
3) La masa de personas que se consideran independientes.
Estoy haciendo una simplificación extrema para que se comprenda el planteo, ya que existen muchas minorías y subgrupos dentro de cada uno de esos grupos, con diferentes ideologías, viviendo en diferentes lugares, y de realidades socio económicas que distan mucho entre ellas. Esto no intenta ser una representación realista de la sociedad.
Mitt Romney utilizó en la campaña del 2012 esta forma de dividir al electorado, solo que en su caso tuvo el error de dar porcentajes, y especialmente, el horror político de decir que esas personas jamás lo votarían, porque son pobres que no pagan impuestos altos; pero no viene al caso recordarlo.
La división que existe en la oposición es un problema, ya que ese voto Anti K se divide en diversos candidatos, que no están compitiendo por una sola plaza. Sin embargo, las PASO ayudan a polarizar, generando que los votos del primer grupo vayan a quien tenga una oportunidad real de ganar las elecciones en octubre. Hoy, es Mauricio Macri, y parece lejana la posibilidad que eso se modifique en el tiempo restante de campaña.
Pero incluso en el caso que el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad tenga absolutamente todos los votos del primer grupo, no alcanzan para ganar una elección presidencial; se necesitan los votos del tercer grupo. Este tercer grupo, en gran parte se volcó por el kirchnerismo en el 2011, cuando casi todos los opositores tuvieron discursos Anti Kirchnerista. La explicación de ello, es muy simple: nadie sedujo a este grupo, y planteaban escenarios poco creíbles, o bien, parecidos a los que el oficialismo planteaba, por lo que las personas prefirieron votar al malo conocido. El voto Anti K tampoco apoyó un solo candidato, dando así una mayor incertidumbre en los votantes, acerca de quiénes realmente eran alternativa. Todo eso, llevó a que Cristina Fernández de Kirchner sobrepasara holgadamente el 40% , casi por tanta diferencia como los votos del segundo candidato con más votos.
El candidato del oficialismo, Daniel Scioli, centra sus discursos en primeramente, afianzar sus votos kirchneristas, ya que la interna que existió discursivamente con Randazzo, llevó a que exista una herida abierta entre los ultra kirchneristas; muchos se resisten a votar a Scioli como un candidato propio. La pregunta, por lo tanto, es si existe la posibilidad que solo los votos del segundo grupo le alcancen al oficialismo para ganar las elecciones. Y la respuesta es que no. Pero la sumatoria entre dichos votos, y los votos anti su competidor (por ejemplo, personas de izquierda que jamás votarían a Mauricio), podrían alcanzar, recordando que el sistema que tenemos podría dar como ganador a quien alcance 45%, o bien, 40% con más de 10 puntos porcentuales sobre el siguiente competidor.
Es crucial, por lo tanto, alcanzar la mayor cantidad de votos posibles. Entonces, ¿cómo se puede seducir al tercer grupo?
Mucho se dijo acerca de un cambio de Mauricio Macri, pero pocos han analizado realmente la cuestión, sin caer en 678ismos como mostrar una frase fuera de contexto de hace unos años, y mostrar otra fuera de contexto ahora. Para ganar al tercer grupo, el discurso tendría que centrarse en estas personas, nos guste o no. Hasta incluso Durán Barba, el famoso publicista político, hace unos días lo dijo en una reunión, pero que salió publicada en los medios. Pero cambiar a quién está orientado el discurso, no significa modificarlo; no implica desdecirse de todo lo anterior, sino saber construir sobre lo que hicieron los otros, ya que ningún cambio de gobierno que haya asumido diciendo que todo lo anterior fue malo, fue algo positivo para el país. Desde el año 2003 en adelante, vienen defenestando a la década de los 90 como si fueran el origen de todos los males que existen en La Argentina, y nos ha llevado a tener muchos problemas de representatividad, y ha sido excusa para el gobierno de turno para ciertos excesos.
Al mismo tiempo, el candidato por el Frente Renovador, está haciendo más duro su discurso, prometiendo cárcel para los funcionarios kirncheristas, prometiendo mano dura a los delincuentes, y cadena perpetua a los narcotraficantes. Cualquier análisis a estas promesas electorales, encuentran rápidamente signos de desesperación de parte del candidato, ya que si su discurso está siendo apuntado al tercer grupo, independiente, no comprendió que ese grupo considera que no todo lo hecho es malo. No tendría sentido que se esté enfocando en dicho grupo, y por lo tanto, en realidad se está centrando en el primer grupo, ya siendo anti kirchnerista. Es imposible que pueda ganar con ese discurso, ante una eventual polarización con un candidato como Scioli, que está tiene un discurso kirchnerista, pero moderado, que si bien no es el plato preferido de los independientes, es suficiente para alejarlos a los gritos despavoridos de Sergio Massa.
Nada hemos hablado de cómo será el gobierno con cada uno de los candidatos, y eso se debe a que existe muy poco para desarrollar.
Si gana Daniel Scioli, será lo mismo que hasta ahora, con un discurso más moderado, pero mismas políticas, mismas leyes, mismo Congreso, mismo apriete a jueces y fiscales.
Si por otro lado, ganara Sergio Massa, el panorama sería un poco más sombrío: su gestión como intendente fue regular, y su rol como diputado fue olvidable.
Si quieren saber cómo sería el próximo gobierno, ganando Mauricio Macri, no tienen que hacer otra cosa, que mirar la gestión: descentralización, obras útiles, baja corrupción, baja en el delito, mejora en la educación, votación siempre en contra de excesos del poder ejecutivo en cada una de las cámaras, sin persecución a opositores o medios opositores, cumplimiento de la ley, respeto por las ideas diferentes, pensando en lo que piensa el ciudadano.
Trabajemos para que Mauricio Macri sea el próximo Presidente de todos los argentinos. Si estas cosas no les parecen un avance en la dirección correcta, sin importar si uno tiene alguna diferencia ideológica o no, nada lo será.
#Cambiemos la política este domingo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario