domingo, 14 de diciembre de 2014

Pensamientos sobre la política

después de más de 5 años:

- Hay demasiada gente que cree que la foto con el político importante, suma algo. Nadie es tan estúpido para elegir a alguien a su lado que solamente quiere la foto con él. Al menos, no un político pensante.

- Hay demasiadas personas que trabajan día y noche para solamente republicar o retwitear los contenidos de alguien más, o bien, hacer marketing con las decisiones de otros. Terminan cayendo por su propio peso, cuando se les pide media idea.

- Existen los intelectuales y los sentimentales, como personas que se suelen llamar "referentes" (si no lo pongo así, Jose Luis me pega de nuevo), y ambos son completamente necesarios. Son extremadamente escasos quienes pueden levantar una audiencia, y a su vez tener contenido intelectual.

- Las ideas pasan a un segundo plano cuando las formas son más importantes. A nadie serio le importa que coincidas ideológicamente con él, si tu objetivo es deshonesto. Las ideas, siempre pueden discutirse en el Congreso. La corrupción, no.

- La política no es arquitectura. La construcción no puede estar basada en la destrucción, porque la única forma para que la cúpula se mantenga, es convenciendo a toda la estructura. La cúpula por sí misma, podrá estar muy orgullosa de ser eso pero no va a llegar a estar arriba.

- Es increíble lo que puede lograrse, si a uno no le importa quién se lleva el crédito.

- Es más importante la honestidad, que quedar bien con todos. Incluso, para un buen líder, es preferible que uno discuta a que se quede callado. Es síntoma de que a uno le importa lo que sucede.

- Hay demasiadas personas que se dedican a lucrar con lo que no deberían. Hay muchos que intentan acoplarse a alguna estructura, para recibir algo (sea un viaje, capacitación, la foto, etc).

- Se vende humo todo el tiempo. Pero hay humo de diferentes calidades, y hasta a veces, aromas y potenciales diferentes. No siempre alguien que venda humo es para desechar, y no siempre alguien que no lo venda es para tener en cuenta.

- Se aprende todo el tiempo. Lo que pensaba cuando comencé, es bastante cercano a lo que pienso hoy en día en muchos aspectos ideológicos. En otros, uno va evolucionando y encontrando pensadores que refutan las ideas o las aplicaciones que uno pensaba correctas. No tiene absolutamente nada de malo cambiar el discurso y el pensamiento.

- Quien diga que no quiere algo de la política, miente. Pero eso no significa que no existen quienes solo quieren mejorar la sociedad y las posibilidades de todos.

- A la mayoría de las personas no le importa si sos honesto, o no. Cree que uno es deshonesto por participar en política. Y si te acepta que ahora sos honesto, cree que es porque nadie te ofreció lo suficiente. Hay que aceptar esa visión, y seguir adelante sin que a uno le importe.

- Por último, y el palo para mi: la falta de constancia es peor que la falta de ideas.

Espero sirva de ayuda mis pequeñas conclusiones y experiencias.

jueves, 23 de octubre de 2014

¿Por qué las 5000 empresas más importantes del mundo, no invierten?

Según un estudio hecho por la BBC, y publicado también en La Nación, las 5 mil compañías más grandes del mundo, no estarían invirtiendo, ya que estarían a la expectativa de la marcha económica mundial, y por lo tanto, debe hacerse con el capital lo que implique menos riesgos.

"La intervención del Estado ya ha hecho todo lo que podía para que la economía global se recuperara. Es la hora del sector corporativo. El problema es que en los últimos cinco años el crecimiento económico mundial ha sido muy lento y el sector está esperando mejores noticias que no terminan de llegar, en parte porque las mismas corporaciones no invierten, esperando la llegada de buenas noticias", indicó a la BBC, la consultora Deloitte.

Pero, yo creo que el problema es bastante más simple. Vamos a suponer (quiero aclarar que ésto es meramente un caso hipotético, y es muy probable que no tenga absolutamente ninguna cercanía con la realidad) que las compañías quieren obtener las ganancias posibles, o como se lo suele llamar en economía, retorno por las inversiones. Estas ganancias, se calculan así: el total facturado, pero se le debe restar costos fijos (al menos, en el corto plazo, como por ejemplo, alquiler de un local), costos de producción variables (los elementos necesarios para producir el bien que se vende), costos de personal (tanto empleados en el área de producción, como administrativos y vendedores), e impuestos. Considerando el supuesto del que partimos, cada empresa por sí misma está buscando maximizar las ganancias, y para ello, busca bajar sus costos fijos al máximo posible en el mediano y largo plazo, sus costos variables en el corto, y el costo en personal, pero a su vez produciendo la mayor cantidad de bienes vendibles posible. También existe el factor tecnología, que se comprende como las innovaciones hechas para bajar los costos, o mejorar la productividad.

Pero la empresa, no tiene absolutamente ningún control sobre los impuestos. Cuanto más venda, más impuestos va a terminar pagando (ya que algunos impuestos son por unidad vendida, pero además, existen otros impuestos que dependen de la ganancia de la empresa). Por lo tanto... no estarían siendo un desincentivo los impuestos?

Qué pasarían si se bajaran los impuestos? Sí, el Estado recaudaría menos... y si recauda menos, tiene que gastar menos (para no incentivar el déficit, o la emisión de moneda). Pero qué impacto tendría en la inversión? Las inversiones que antes no eran tan atractivas, porque parte de la ganancia se la tragaban las arcas estatales, ahora comienzan a mirarse con más cariño... como una chica no tan agraciada, después de la cuarta cerveza. Lo más interesante de este planteo, es que el crecimiento de la actividad económica, generado por la baja de impuestos y su consecuente aumento de la inversión, puede incluso generar que el Estado recaude más en total de la economía, por la mayor cantidad de transacciones dadas, y por las ganancias extra que tienen esas empresas.

Entonces... sí, en este caso, la intervención del Estado ya hizo todo lo que podía. Pero si realmente esperan que los privados inviertan, hay que dar incentivos. Incluso, el Estado tiene muchas formas de hacerlo, como por ejemplo, exención de cargas o impuestos por cada nuevo trabajador que una empresa tome para aumentar su producción, o bien, el incentivo para la investigación de nuevas tecnologías que puedan ayudar a mejorar la productividad. Es hora de dar incentivos reales. Es hora de bajar impuestos.