jueves, 22 de diciembre de 2011

El gobierno busca "el Gordo" de Navidad

En el día de la fecha el flamante Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, en una conferencia de prensa que contó con la presencia del titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, Florencio Randazzo, que desempeña el cargo de Ministro del Interior, la Ministra de Seguridad, Nilda Garré, el Ministro de Defensa, Arturo Puricelli y Máximo Kirchner, anunció un plan en conjunto para el operativo anti evasión de impuestos más grande de la historia del país.


“El objetivo es claro – dice Moreno -, queremos atrapar al mayor evasor de impuestos que tiene el país, y hacer que pague retroactivamente lo que corresponde. Es inadmisible que en 201 años de historia del país, este gorila no haya pagado nunca impuestos de importación, a pesar de traer todos los productos desde afuera del país”.
La Ministra Nilda Garré nos contó que el operativo en conjunto contará con 30 mil efectivos de las fuerzas armadas, 20 mil de gendarmería nacional, 40 mil policías, grupo Halcón, 6 mil empleados de la AFIP, 100 helicópteros, 60 aviones de combate, y contará además con la ayuda especial de 100 mil afiliados a La Cámpora, que se han ofrecido voluntariamente para ayudar a atrapar a “papá gorila”, como lo apodaron ellos, según contó entre risas Máximo. En sintonía, nos contaron que se habilitó el 0800-PAPANOEL para que la ciudadanía pueda ayudar a atrapar a este evasor.
Apenas terminada la conferencia, Florencio se nos acerca muy emocionado por querer contarnos un detalle: el Canciller Héctor Timmerman no pudo asistir a esta conferencia de prensa, como hubiera querido, porque está en Brasil ultimando los detalles para que este operativo cuente con la ayuda de las fuerzas especiales BOPE, y haya ayuda entre los países del Mercosur para lograr una radarización más eficiente en estas fiestas. El Ministro nos contó, off the record, que el único país que aún no confirmó sus intenciones de ayuda en el súper operativo, es Uruguay, pero se estaría negociando esto a cambio de que La Argentina “se deje de joder con Botnia”.
En contraposición a lo esperado por estos anuncios, el primogénito de Néstor, se mostró molesto por los hechos ocurridos el martes último cuando se cumplieron diez años de los disturbios que destituyeron al ex Presidente, Fernando De la Rúa. Aseguró que “Quemar un árbol de Navidad no es el mensaje que nosotros queremos dar. No estamos en contra del capitalismo. No sean boludos. Solamente necesitamos más caja…”.
Por su parte, el titular de la AFIP nos aseguró que una vez que Papá Noel pague las tasas de importación que debe, es factible llegar a un acuerdo, como se hizo con empresas internacionales, como BMW, para que compre arroz y así restablecer orden a la balanza comercial. “Si él acepta, se dejaría que siga operando en el país, aunque podría a futuro exigírsele que instale sus fábricas en Tierra del Fuego, o le podríamos dar beneficios y tierras fiscales en la base Marambio, para que se mude del Polo Norte, al Sur”, nos cuenta, aunque no da definición sobre si se le dará visas de trabajo a los gnomos.
Antes de retirarse todos juntos, como si fueran un equipo de futbol estudiantil, el Secretario de Comercio se paró arriba de una mesa, y mientras revoleaba apuntando hacia el techo una 9 milímetros, gritó “Y cuidadito con no llamar al 0800 si saben algo, porque los accidentes, pasan”.  

JV.

jueves, 21 de abril de 2011

Cambio de rutina

7:10 para llegar ajustado. A las 8:30 empiezo. No es que sea rutinario, o simplemente un reloj suizo. A veces llego tarde. Ser amigo del jefe tiene sus ventajas, siempre que no se abuse. No sorprendentemente, llega dos minutos tarde. Intento ser civilizado, dejando pasar a las personas y no empujando, pero no te dejan. Te sentís en el medio de un scrown de rugby por unos instantes, y perdés el punto de equilibrio hasta a veces precipitarse sobre alguien que no tuvo la fuerza suficiente para empujarte para el otro lado, concretando el ritual del sánguche. Pero eventualmente encontrás tu lugar en el tren, accediendo a viajar sin pena ni gloria, hacia un nuevo día de trabajo. Uno más. Faltan 14 para llegar al único cometido de esto: el día de pago, para al fin y al cabo, no llegar a comprar lo que quisieras, y tener que conformarte nuevamente con algún gustito menor: ir al cine de vez en cuando, quizás invitar a una chica a cenar, pero haciéndolo a sabiendas que la verás solamente dos veces más, y en el mejor de los casos, implicará algunas noches de placer, pero simplemente no es la persona que buscás. Casi parece que uno redacta una regla, porque creo que es mejor evidenciar esperando que el destino te tenga una sorpresa y me cambie las cosas. Pero no. Ese deseo de querer ser la excepción a cada regla, queda únicamente en deseo.
Comienza el aleteo y el péndulo. Adrogué a Constitución: 40 minutos. Alguien que quiere moverse, y estar más cómodo que el resto. Me molesta que intenten pisar tu derecho a estar un poco más cómodo, porque ellos se sienten especiales. Quisiera gritarles: “único, sí… especial??? NUNCA”. Pero eso desencadenaría una de las tres posibles secuencias:
• Se rectifique, haciendo una disculpa pública o no, y no vuelva a intentar cometer ese delito contra los derechos de los otros humanos.
• Surja una discusión con un grado de violencia que puede variar entre algún insulto, y mi pera en el piso.
• Se genere una discusión enriquecedora sobre la diferencia de los conceptos “especial” y “único”, en la que yo aseguraría que la persona en cuestión es un fiel ejemplo de lo que José Ingenieros quiso exponer con “El Hombre Mediocre”, lo que seguramente haría que pase a ser el segundo caso.
Me parece más prudente, por más que no me guste, callarme y aguantarme las ganas. Prefiero escuchar música, como método no conductor de problemas ajenos a mi mundo.
En Temperley siento un dolor punzante en una costilla. Codo mal acomodado de una clara secretaria administrativa en plena cuarta década. Como sé que no tiene opciones, simplemente intento acomodarme, sin éxito. La miro. Me mira. Mira su codo, y me mira nuevamente. Se da cuenta, e intenta acomodarse. En el estómago molesta menos.
Hoy, en vez de los divagues religiosos y matutinos, me llamó la atención una señorita de unos veintipico. Más allá de lo claramente linda que era, me atrapó su concentración en un libro de Borges. A través de sus delicados lentes de marco negro, algo cuadrados, que traslucían sus ojos miel, sólo posible acercar su belleza en la profundidad que intentaban esconder, me sentí esclavizado y sin salida, cuando levantó su mirada, y la clavó como estacas en mis ojos sorprendidos. Por supuesto, desvié la mirada. Pero fue suficiente para que se sienta vergüenza en el aire. Pensé escuchar cómo la señora secretaria administrativa generó un híbrido entre una risa y una sonrisa, pero al mirarla, una seriedad absoluta se apoderó de sus ojos y continuó mirando el sticker de publicidad de plomero que estaba pegado al lado de la puerta.
Intenté no pensar en la señorita para evitar posibles miradas incómodas a futuro, pero antes de darme cuenta, estaba haciendo un close up a su piel. Me concentré en sus leves imperfecciones en la piel, y su casi imperceptible vello rubio en su rostro. Comencé a recorrerla tanto en mi imaginación como con mis ojos. Presencié sus suaves pestañas sin maquillar, y el contorno que generaban en su nariz pequeña y delicada. Intenté detenerme, pero ya era muy tarde: estaba compenetrado en sus labios finos, deseando no dejar de contemplarlos hasta que la distancia se vuelva un número negativo.
Cerré mis ojos. “No es que sea imposible, pero sí hay cosas improbables, está en la lista.” Volteé a la nada. Mi mundo comenzó a pasar ante mis ojos. Trabajar, viajar, estudiar, viajar. Los fines de semana, estudiar y quizás ver algún amigo. Siempre con la esperanza de conocer a quien cambie mi vida, y ya no tenga que trabajar, viajar, estudiar, viajar a solas. Me deshice de mis esperanzas. Bukowsky ya lo dijo: nadie encuentra jamás al otro, por más que busque de cama en cama.
Lanús. Bajan 10, suben 20. Las personas se reacomodan después de cerradas las puertas, a ver si pueden lograr encontrar un espacio mínimo, pero según ellos, vital para su subsistencia. En medio de este proceso, me empuja un trabajador de la construcción, intentando acomodar su bolso. Me reacomodo como puedo, y para mi sorpresa, quedo enfrentado con la señorita en cuestión. Nos miramos. En ese instante se quitó los lentes; guardó su cuidado libro de tapa dura contra su pecho. La vergüenza se apoderó nuevamente del ambiente, y pensé escuchar nuevamente a la secretaria administrativa generar su sonrisa híbrida. Pero esta vez, no le quité los ojos de encima. Comenzamos a bailar al compás del trayecto Lanús – Guerli, sin dejar que el movimiento nos distraiga de nuestra meta: hacer reír al otro. Yo quería eso, al menos. Hubiera sido suficiente para romper el hielo, y que suceda. No sucedió. Pero tampoco dejábamos de contemplarnos.
Nadie subió o bajó en Guerli. O al menos nadie que me haya hecho reacomodar. Estaba demasiado ocupado para prestarle atención a algo diferente. En ese momento, ideé un código: me saqué los auriculares. Guardó su libro en la cartera. Al bajar su mano luego de liberarla, rozó la mía, y sin duda nos sonrojamos, pero la falta de aire del tren hizo difícil saberlo a ciencia cierta. Sin dudar un instante, sabiendo que mi oportunidad era esa, acaricié su piel con mi índice, pero sin saber quién fue el culpable, al terminar un suspiro, nuestras manos estaba entrelazadas. Y nuestras almas.
Los minutos corrían miles de veces más rápido de lo que yo hubiera querido. Sin decir una palabra, continuábamos llenando el abismo solitario del otro. En un abrir y cerrar de ojos, estábamos en Constitución. Dejamos que los apresurados bajen, para emprender nuestro camino sin sobresaltos. Salimos de la dársena de la mano, y nos abrazamos mientras las personas circulaban a cientos de kilómetros por hora. No nos importaba nada.
Diez minutos más tarde, el episodio era un recuerdo más. Ella había ido hacia los colectivos, y yo debía tomar el subte. “Carla”, fue la única palabra que soltó. “Alan”. Fue suficiente.
Hace un mes, tengo otra perspectiva. Hago todo con la esperanza de mañana poder volver a contemplar sus ojos. Quizás, sea mañana. Estoy feliz. Bukowsky, no tenía razón.

miércoles, 12 de enero de 2011

Un frasco de vidrio

Un profesor de filosofía de una Universidad muy prestigiosa de EE.UU. un día llegó a su clase con ánimo de enseñar algo nuevo.
Primeramente, puso un gran frasco de vidrio sobre su escritorio, y les pregunto a sus alumnos qué podían decir del frasco. “Tiene tapa”, “Esta vacío”, “Está lleno de aire”, “Tiene capacidad”. Luego sacó algunos tubos de pelotas de tenis, y metió todas las que pudo dentro del frasco. Preguntó a los alumnos: “Esta llena?” Todos asintieron.
Luego sacó una bolsa de canicas, y mientras agitaba el frasco para que las canicas lleguen al fondo, metió cuantas pudo dentro. Ahora, el frasco contenía pelotas de tenis, y canicas. “Está lleno?”. Nuevamente asintieron.
Luego una bolsa de arena fue el centro de la escena: la volcó en el frasco hasta que estuvo lleno. No había llegado a preguntar, que ya todos los alumnos habían asegurado que estaba lleno, y ya nada podría entrar, sin importar lo que intente el profesor.
Y en ese momento, que era consciente de lo que pensaban todos los alumnos, el filósofo puso sobre la mesa un tarro de café, y ante la mirada atónita de todos los alumnos, puso 2 cucharadas dentro del frasco de vidrio. Luego, lo cerró.
“Ahora, está lleno?”
“La vida de uno es el frasco – comenzó a explicar el profesor – y como tal, tiene una capacidad, un tope y puede estar lleno o vacío, dependiendo de cómo lo querramos ver. Las pelotas de tenis, que como vieron no entran muchas, son las cosas importantes de nuestra vida: ideales, familia, pareja, carrera… y como tales, llevan tiempo y dedicación, por lo que no pueden existir muchas. Las canicas son las cosas secundarias que complementan nuestra vida. Hay muchas, pero siempre serán relegadas, y nunca debieran ocupar o intentar ocupar el espacio de una pelota de tenis. Estas cosas son las decisiones importantes que se toman, pero que no son de todos los días: dónde vacacionar, a qué colegio enviar a estudiar a nuestros hijos, qué trabajo elegir, hobbies. Por último, esta todo lo demás, que es arena. Son las mínimas decisiones de todos los días: qué desayunar, qué almorzar, las reuniones, qué auto comprar, qué regalo hacerle a nuestra pareja por el aniversario. Nuestra vida, recién ahí está realmente llena.”
Después de unos instantes en el que toda la clase estaba pensativa, un estudiante desde el fondo levanta la mano. El profesor, le da la palabra, por lo que el estudiante pregunta lo que le atormentaba la mente:
“Y el café?”
“Ah, el café! El café, simboliza simplemente el café”. Se escucha una risa general, pero el profesor continua: “El café dice que no importa qué tan llena de prioridades, de decisiones importantes, o de arena esté nuestra vida, siempre hay tiempo para tomar un café con un amigo.”\

- Anonimus (en realidad, no. Simplemente recuerdo haber escuchado esta historia, y así como la recuerdo la transcribí).


Prioridades. Hablando con alguien muy cercano, me di cuenta que todo en la vida pasa por las prioridades. Cuáles son? Por qué? Por qué decidimos ponerlas ahí? Son capaces de hacernos felices? Qué nos dan a cambio?
Me vienen muchas cosas a la mente. Demasiadas. “Prioridades”. Ninguna de ellas logra expresar lo que quiero.
Estoy mareado, por así decirlo. “Prioridades”. Supongo que significa dar el 100% de uno. Espero que valga la pena intentarlo.


JV.

lunes, 10 de enero de 2011

Es sólo una cuestión de actitud (dixit Fito)

La vida de la mayoría de las personas están llenas de amor. Pero no lo saben.
El amor esta en todo tipo de relaciones que se establecen en la vida de las personas. Desde amistades o desconocidos, hasta la familia, pasando por lo que usualmente entendemos por la palabra amor, como es cuando se trata de dos personas deciden entablar una relación amorosa estable, a lo que se llama “pareja”.
Si bien yo ya he tratado el tema de las relaciones interpersonales amorosas, no he tratado el tema en general. Entonces… qué es el amor? El amor es estar dispuesto a dar todo por alguien o algo, o bien estar dispuesto a dar todo por la realización o felicidad de quien amamos. Pero entonces debemos preguntarnos por quién sentimos amor, y por qué lo sentimos.
La respuesta a la primera interrogante es bastante amplia: hay quienes no sienten amor por absolutamente nada ni nadie, y quienes sienten amor por todo. Pero la gran mayoría de las personas tiene como objetivo de su amor a: amigos, familia, pareja, mascota. Algunos pueden agregar el amor hacia proyectos sociales, alguna comunidad, sus carreras, los animales. Pero si bien conozco personas que aman a alguna de estas cosas, no creo conocer ninguna que muestre amor por más de dos de esas categorías (sin contar las primero mencionadas). Es posible el amor universal, entonces? No creo que exista persona capaz de dar su vida por quien no ame. Entonces… existe alguien capaz de dar su vida por quien no conoce? Existe ese amor universal, profesado por Budah y Jesús de Nazaret, que es capaz de dar su vida por incluso quienes no conoce? Podría decirse que ese amor universal, es equivalente a considerar a todos sus amigos. Jesús fue amigo, incluso, de Judas. Y trato de igual manera incluso a quienes lo aborrecieron. Pero es realista pensar de que uno puede amar e igual ser amigo de quienes lo aborrecen a uno? No creo que sea imposible, pero sí muy difícil. No creo que debamos sentir ese amor universal. Pero si podemos tener la decisión de querer tratar a todos como si fueran nuestro amigo más cercano, y estar dispuesto de dar la vida por cada uno de esos proyectos, o las personas. Simplemente hay que intentarlo.
Es entonces, ese amor universal, algo que uno siente de forma a priori en su vida? O en realidad, es simplemente estar decidido a intentar dar lo mejor de sí, y estar dispuesto a dar su vida, para que pueda realizarse incluso quienes nos aborrecen?
Es tan solo una cuestión de como uno tome las cosas. Una cuestión de actitud.

JV.